Nuestros antepasados recorrieron esta etapa de la Ruta del Queso en incontables ocasiones. Es lo que nos cuentan, a pesar de estar en silencio, el montón de túmulos y megalitos que hay en el camino. Al principio, casi de salida, podemos observar el gran hayedo de Altzania, desde donde surge el único afluente de Gipuzkoa que alimenta el Mediterráneo. El túmulo de Igartza Oeste, la preciosa calzada de Bernoa, Zelatamuño... los jalones del camino son jovencitos al lado de los restos de los que habitaron estas tierras hace miles de años. Surcamos una arista con Gipuzkoa a un lado, Navarra al otro. Miremos donde miremos la vista es impresionante. Y de repente, casi sin darnos cuenta, bajando y bajando por un camino estrecho llegamos a Lizarrusti.